
Calas y playas más populares de la Sierra de Tramuntana
La Sierra de Tramuntana, declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 2011, domina Mallorca y define su geografía
Protege gran parte de la isla cuando sopla el frío viento del norte, mientras que su vertiente que da al mar apenas está poblada por los pinos más resistentes que aguantan el embate.
La ladera de sus montañas se hunde en el Mediterráneo, y entre ellas se esconden pequeñas calas de piedra y rocas, de aguas limpias y transparentes que se renuevan continuamente
Desde ellas pueden disfrutarse algunas de las puestas de sol más bellas de todo el Mediterráneo. La combinación de cielos despejados, aguas transparentes y el reflejo sobre las rocas desnudas crea una luz como no hay otra en el mundo. Por esto, tantos pintores de muy diversos orígenes se asentaron en los pueblecitos que salpican la Tramuntana para atrapar esa luz en sus cuadros.
A estas costas se cree que arribaron los primeros pobladores de Mallorca hace más de 5000 años, y en esos mismos valles de la Tramuntana se establecieron durante mucho tiempo antes de cruzar al otro lado y establecerse en el Pla
La acción humana lleva milenios modelando el paisaje de la Sierra de Tramuntana, sus calas, sus valles y sus escarpadas laderas.
Las pequeñas calas se usaron como pequeños puertos de abrigo, desde las primitivas embarcaciones hasta las actuales barcas de pesca. Alrededor de estas surgieron lo que ahora son pintorescos pueblos que parecen colgados de las laderas de las montañas, como privilegiados balcones sobre el Mediterráneo.
Allí donde parecía que sólo podían echar raíces pinos aventureros y recios olivos se crearon bancales donde cultivar viñedos, cereales, cítricos… Aquí pastaba el extinto myotragus, sustituido por cabras y ovejas traídas del continente, y que ahora son una estampa habitual en muchos parajes de la Sierra de Tramuntana.
En el siglo XIX el archiduque Luis Salvador de Austria descubrió la belleza de estos parajes y comenzó un ímprobo esfuerzo para conocerlos, descubrir su fauna, su flora, sus gentes y sus costumbres, y darlos a conocer al mundo
Durante décadas, el archiduque fue el principal embajador de Mallorca, atrayendo a visitantes y estudiosos de toda Europa. En las faldas de la Sierra de Tramuntana adquirió y construyó varias mansiones, acondicionó caminos, construyó miradores y embarcaderos. Surcó las aguas frescas y cristalinas de la Tramuntana a bordo de su yate, el mítico Nixe, fondeado frecuentemente junto a ese monumento natural que es Sa Foradada, a los pies de Valldemossa.
El visitante moderno puede recorrer hoy en día esos mismos caminos que hizo abrir el archiduque y recorrer por ellos la Sierra de Tramuntana
Desde su extremo sur, Sant Elm, frente a la Dragonera, hasta el norte, la península de Formentor, cuna del moderno turismo de Mallorca. Puedes perderse en las calles empedradas de pueblos como Deià, Valldemossa o Fornalutx, donde se ha establecido gente de todas partes del mundo que disfrutan de la tranquilidad, hermosas panorámicas y el aire puro de las montañas.
Si el viento lo permite, pueden refrescarse en esas pequeñas calas de piedra y rocas que fueron, y siguen siendo, refugio de pescadores y navegantes
Enclaves de belleza singular, apartados de la masificación, y donde el tiempo transcurre a otro ritmo. O también pueden visitar el majestuoso Torrent de Pareis y su desembocadura en Sa Calobra, una obra de arte de la naturaleza. Y los que prefieran las actividades de tierra tienen un entorno privilegiado para practicar el senderismo, escalada, ciclismo o barranquismo.